Aunque parezca mentira, la tonalidad de la luz se está utilizando para prevenir los suicidios ya que produce un estado de bienestar que hace reflexionar a quienes piensan en quitarse la vida. Se ha analizado que el color azul tiene un efecto calmante, que a nivel emotivo inspira paz e introspección y produce un efecto disuasorio en criminales y posibles suicidas.
El número de suicidios y crímenes callejeros podría disminuir si las ciudades cambiasen la tonalidad de su iluminación, que actualmente suele ser blanca, amarilla o naranja, por una más azulada. Aunque aún no existen suficientes estudios científicos, en varias ciudades se ha comenzado a aplicar esta teoría.
Son varias las ciudades que, por casualidad, apostaron por ello y han obtenido resultados positivos. En Japón por ejemplo, se instalaron luces LED azules en una estación de ferrocarril, y se redujeron los suicidios en sus vías un 20%.
En Escocia, en la ciudad de Glasgow, aplicaron el mismo tono de iluminación y, según datos de la policía, los crímenes han disminuido un 9% en esas calles.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), más de 121 millones de personas en el mundo sufren trastornos depresivos y señala que en el 2020, será la 2ª causa de discapacidad.